-No tengo duda alguna del triunfo de Edmundo González, y cuando el Consejo
Nacional Electoral chavista le atribuyó el triunfo a Maduro con el 51,2 % de los votos
me fue reconfirmada la victoria opositora, ya que todos saben que ocurrió, la derrota del
régimen chavista.
Yo le creo a María Corina Machado cuando dice que la victoria opositora fue
abrumadora y se cuenta con copia de un número de actas que pueden probarlo. Como la
oposición ganó, debe actuar como vencedor. El único lujo que no puede permitirse es la
irrelevancia.
-Mas aún, creo que el inicio de un proceso de transición a la democracia, ya que esta
vez el fraude no será aceptado, ni dentro ni fuera del país, por mucho que se esté
intentando una maniobra desesperada por sectores que todavía están en la negación,
Venezuela cambió, por lo que a diferencia del pasado las amenazas suenan vacías, por
la sencilla razón que se ha perdido el miedo.
Creo que esta maniobra desesperada del régimen fracasará, como también una salida de
fuerza, si fuera ensayada. Estoy convencido que al haberse perdido el miedo se ha
iniciado en la práctica un proceso de transición, la transición a la democracia a la
venezolana.
¿Qué sabemos de las transiciones, sobre todo, de las exitosas? Que no son todas iguales,
pero que tarde o temprano habrá alguna negociación, a lo que no hay que tenerle miedo,
en la medida que se tenga claro de lo que es tanto el objetivo principal como el premio
mayor, la derrota de la dictadura.
Costó tanto, fue tan difícil lograrla, que lo principal es mantener la unidad que permitió
el triunfo que ahora malamente se quiere modificar por manos corruptas. Lo que hay
que evitar a toda costa es una división de los demócratas, que se ha dado después de
otras elecciones en el pasado. Los objetivos no han cambiado por lo que no hay que
desviarse, toda vez que las transiciones no son procesos solo en blanco y negro, sino
que admiten múltiples colores.
La ciencia política reconoce al menos tres tipos de transiciones. La rupturista, la
negociada y la institucionalizada. Como difícilmente va a ser Venezuela una de carácter
rupturista, donde el régimen dictatorial simplemente se derrumba, lo más probable es
que sea una mezcla de transición negociada como lo fueron España y Uruguay con una
institucionalizada, es decir, se inicia la transición con el esquema constitucional
existente, como ocurrió en Brasil y Chile. En Venezuela no ha cambiado el objetivo de
lograr una democracia real, sin apellido.
-No hay que perder el foco en lo importante, ya que comienzan a acumularse las
preguntas. Si hay negociación, ¿con quienes se negociará? ¿Habrá nombres vetados,
aunque sean pocos? ¿Todo será abierto o habrá secretos? ¿Tendrá Maduro algún rol? Si
es así ¿cuál? Si se logran acuerdos que ayuden a la democratización ¿se solicitará que la
fuerza armada sea garante de los acuerdos? Si no se le quiere dar un rol que le es
impropio en democracia, ¿bastará con el respeto de todos a la Constitución? ya que,
aunque sea creación chavista es la norma superior, por mucho que se la quiera reformar
apenas se pueda.
Lo que viene requiere claridad en la dirigencia sobre decisiones que exigen total
convergencia opositora. A modo de ejemplo ¿habrá temas y personas que no serán
reconocidas como interlocutores válidos? ¿Se separa aguas con toda oposición
funcional, que de oposición solo tiene el nombre, ya que su objetivo es servir al régimen
y dividir a las fuerzas democráticas? En lo internacional ¿Habrá un rol especial para
Estados Unidos? ¿Otros países? ¿Cuáles?
Existen muchas preguntas, algunas sin respuesta, simplemente porque estamos siendo
testigos del inicio de la transición a la democracia. Podrá desconocerlo Maduro y el
chavismo, pero no cambia el hecho que el régimen fue y se siente derrotado, habiendo
perdido el fuego vital de una legitimidad que ya no se le reconoce. Como toda
transición, el régimen puede intentar una aventura negacionista o al menos un sector,
pero ello no se puede sostener ni prolongar más allá de un lapso cada vez más corto,
dado el cambio que el país ha tenido, al parecer, irreversible.
De los procesos de transición se ha aprendido que por sus propias características obligan
a abordar todos los temores y no solo los de quienes han sufrido represión, ya que los
hay de distinto tipo y características. En su diversidad, la mayoría de ellos deben ser
tenidos en cuenta para que el proceso tenga éxito, a lo que hay que agregar los temores
de los muchos que en el pasado apoyaron alguna vez a la dictadura, votando por Chávez
en aquellas elecciones que si ganó.
Las dificultades mencionadas son reales pero superables, siempre que exista una
perspectiva de avance, lento o rápido, pero continuo, visible para todos, o al menos,
para la mayoría, requiriéndose paciencia y serenidad, ya que no todo se va a poder
acometer al mismo tiempo.
Para estos efectos, un desafío es como mantener la movilización lograda. Ello es así por
la característica especial de toda transición, aunque esté en sus inicios, ya que
predomina el reino de la política a través de la búsqueda de acuerdos y consensos que
permitan la construcción de una mayoría.
De las transiciones exitosas sabemos de la importancia de actuar con seriedad, sin crear
falsas ilusiones como también que cuando se negocie se debe evitar caer en la
transacción, en el “quid pro quo” en el algo por algo que tanto mal le hace a la imagen
de la democracia, ya que toda negociación debe tener como guía a la ética y a los
principios, como distinción básica entre demócratas y quienes no lo son.
La conclusión es lo que repetían María Corina Machado y Edmundo González en su
gira electoral, que a la dictadura le llegó su hora, lo que refleja años de lucha para la
restauración democrática y una historia de superación de dificultades, y, por lo tanto, de
aprendizajes, y por lo mismo, de madurez.